El cuerpo, el límite.
- Stella Maris
- 11 dic 2019
- 3 Min. de lectura
Estar consciente del cuerpo es lo único que hace que el amor parezca limitado, pues el cuerpo es un límite que se le impone al amor... La creencia en un amor limitado fue lo que dio origen al cuerpo, que fue concebido para limitar lo ilimitado... No hay que suponer que esto es algo meramente alegórico, pues el cuerpo fue concebido para limitarnos.
Cómo podría el ser humano que se ve a sí mismo dentro de un cuerpo, saber que es una idea?. El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y fulgurante. El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del cielo, lo separa del resto, y proclama que el reino se encuentra dentro de él, donde lo que es inmensurable no puede hacer acto de presencia. Dentro de ese reino el ego manda... Y para defender esa pequeña mota de polvo te ordena luchar contra todo el universo. Ese fragmento de tu mente es una parte tan pequeña de ella que, si sólo pudieses apreciar el todo del que forma parte, verías instantáneamente que en comparación es como el más pequeño de los rayos del sol; o como la ola más pequeña en la superficie del océano.
En su increíble ignorancia, ese pequeño rayo ha decidido que él es el sol, y esa ola casi imperceptible se exalta a sí misma como si fuese todo el océano. Piensa cuán solo y asustado tiene que estar ese diminuto pensamiento, esa ilusión infinitesimal, que se mantiene separado del universo y enfrentado a él... El Sol se vuelve el "enemigo" del rayo de sol al que quiere devorar, y el océano aterroriza a la pequeña ola y se la quiere tragar... Pero ni el Sol ni el océano se dan cuenta de toda esta absurda e insensata actividad. Ellos sencillamente continúan existiendo, sin saber que son temidos y odiados por un ínfimo fragmento de sí mismos. Aun así, no han perdido conciencia de ese segmento, pues éste no podría subsistir separado de ellos. Y lo que piensa que es, no cambia en modo alguno su total dependencia de ellos para su propia existencia, toda vez que ésta radica en ellos.
Sin el Sol el rayo desaparecería, y sin el océano la ola sería inconcebible. Tal es la extraña situación en la que parecen hallarse aquellos que viven en un mundo habitado por cuerpos... Cada cuerpo parece ser el albergue de una mente separada, de un pensamiento desconectado del resto, que vive solo y que de ningún modo está unido al pensamiento mediante el que surgió. Cada diminuto fragmento parece ser autónomo, y necesitar a otros para algunas cosas, pero sin ser en modo alguno completamente dependiente para todo de su único creador, ya que necesita la totalidad para poder tener algún significado, pues por sí solo no significa nada, ni tampoco puede tener una vida aparte e independiente.
Al igual que el Sol y el océano tu Ser continúa existiendo, sin darse cuenta de que ese minúsculo fragmento se considera a sí mismo ser tú. No es que esté ausente, pues no podría existir si estuviese separado, ni el todo del que forma parte estaría completo sin él. No es un reino aparte, regido por la idea de que está separado del resto. Ni tampoco está rodeado de una cerca que le impide unirse al resto, o que lo mantiene separado de su fuente. Este pequeño aspecto no es diferente de la totalidad, ya que hay continuidad entre ambos y es uno con ella. No vive una vida separada, pues su vida es la unicidad en la que su ser fue creado.
No aceptes ese nimio y aislado aspecto como tu identidad... El sol y el océano no son nada en comparación con lo que tú eres. El rayo refulge sólo a la luz del sol, y la ola ondula mientras descansa sobre el océano... Pero ni en el sol ni en el océano se encuentra el poder que reside en ti. Preferirías permanecer dentro de tu pequeño reino, y seguir siendo un triste rey, un amargado gobernante de todo lo que contempla, que aunque no ve nada está dispuesto a dar la vida por ello? Este pequeño yo no es tu reino. Elevado como un arco muy por encima de él y rodeándolo con amor se encuentra la totalidad, la cual ofrece toda su felicidad y profunda satisfacción a todas sus partes... El pequeño aspecto que piensas haber aislado no es una excepción.
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